"A ver si una vez, de una vez, sale el sol y la luna a la vez..."
La tarde prometía una luna inmensa y cumplió su promesa...
Entre pinos y aromas que solo puede ofrecer un aire puro como el que anida en las faldas del parque natural de Sierra Nevada; alli se dieron cita toda la magia, todo el corazón, toda el alma, todo el duende y toda la fuerza de una música evocadora de la ensencia del sur que se me enreda en el alma y unas letras que me llegan a lo más profundo, a través de una voz desgarrada y dulce, preñada de sensibilidad, nostalgia y entrañable rebeldía, aderezada con unas gotas de locura; una mezcla, sin duda, original y legendaria.
No fue difícil que las lágrimas afloraran a sus ojos y a los míos; no fue difícil que me erizase la piel, no fue difícil desear que la noche no acabara nunca; no fue difícil estar durante tres horas, y algo más, de pie.
La caminata cuesta arriba, por aquellas calles a la búsqueda del lugar, la espera para entrar; todo, todo eso, mereció tanto la pena que no lo olvidaré jamás.
Me cautivó desde la primera vez que tuve la oportunidad de disfrutar, sin saberlo aún, de una leyenda. No podía faltar a su despedida, en uno de sus últimos conciertos como ElBicho, en Nigüelas, el hechizo de la luna casi llena frente al escenario, produjo su efecto: otra vez volvió a atraparme...
Gracias a todos los componentes de ElBicho por haberme hecho soñar tantas veces, por emocionarme siempre; pero sobre todo, gracias a Miguel Campello porque me erizó la piel, porque su voz es mi voz y porque sus lágrimas me llegaron al alma.
Hasta siempre: ElBicho
Givés
Givés