Hijos de la primavera

miércoles, 22 de febrero de 2012

Hijos de la primavera



 
Sacrificios por culpa de semidioses,


con forma de calavera,


que no logran saciar su egolatría.





 Ataúdes repletos de cadáveres


de hijos de la primavera,


que yacen  bajo  el suelo  de la tiranía.





Anhelados sueños de libertad


que bordan, con hilos de sangre, una bandera


en nombre de la utopía.





Givés
Fotografía: Samuel Aranda (ganador del World Press Photo)

martes, 20 de diciembre de 2011

Por qué




Si ya no te veo,
por qué no he muerto.

Si todo fue un sueño,
por qué no puedo creerlo.

Si ya no te quiero,
por qué así no lo siento.

Si no existe el cielo,
por qué lo sigo viendo.

Si ya no te tengo,
por qué aún te espero.


Givés

Imagen: Google

sábado, 25 de junio de 2011

LA MEMORIA DEL OLVIDO




Lo primero que hizo al llegar fue recomponer los pequeños pedacitos de recuerdos de aquel lugar que aún quedaban en su mente. Lo recordaba en blanco y negro, mucho más triste, pero, a la vez, mucho más romántico.

Solitarias imágenes parecidas a flashes se le iban y se le venían a la memoria: una calurosa tarde en la que esperaba, ilusionada, mientras imaginaba cómo habrían cambiado las caritas de sus primitos a los que no veía desde hacía casi un año; un día cualquiera, elegido al azar, en el que decidió ir a ese lugar, solamente para imaginar la historia de los pasajeros que llegaban o que se iban, en función del equipaje, de las personas que los esperaban o no, o, simplemente, de sus atuendos; aquel día en el que era ella la que portaba equipaje y en el que la emoción de viajar le había hecho pasar la noche anterior en vela, con la excusa de preparar la maleta, mientras escuchaba la música que expedía aquella pequeña y vieja radio y que, por momentos, le parecía premonitoria de lo que le esperaba por vivir que, según el momento, podía ser lo mejor o lo peor del mundo, aunque nunca era capaz de concretarlo; o aquella vez en la que había acudido con su hermana y dos amigos, en aquellos tiempos en los que el poco dinero del que disponía debía ser cuidadosamente administrado y prefería visitar aquel lugar a tomar algún refresco.

El trasiego de la gente que iba y venía, le hizo despertar y bajar de aquella envolvente y atemporal nube y, después de un tiempo, se hizo un silencio casi apuñalador, lleno de nostalgia y en el que, algún que otro viajero cuyo sueño disfrazaba la incomodidad de un banco, dormía plácidamente sentado o recostado sobre sus bolsos o maletas.

La ausencia de ruido y de transeúntes la hizo, de nuevo, buscar entre aquellos difuminados recuerdos en los que, casi todo, giraba en torno a ella, cuando aún creía en la felicidad.
Entre ellos, de vez en cuando, le venía la imagen de algunos rostros que le resultaban familiares, a veces lo eran tanto, que alguna lágrima incontrolada recorría sus mejillas. En otras ocasiones, las imágenes eran de lugares, paisajes y hasta de casas o habitáculos que no le eran del todo desconocidas, lo cual despertaba enormemente su curiosidad, incluso, intentaba buscar alguna conexión, pero le era tan difícil que terminaba por transformarse en un código imposible de descifrar y acababa alejándolo más aún de su pensamiento.

Pero hoy era un día especial, porque hoy esperaba al chico de ojos del color del mar, cuya sonrisa la había enamorado de pies a cabeza. En realidad, no le importaba de dónde venía, sólo sabía que hoy había acudido a aquel lugar tan emblemático para ella, por una razón que la hacía sentirse tremendamente ilusionada, a pesar de que su memoria la fustigara con imágenes que no era capaz de reconocer del todo y con rostros que la hacían sentirse triste sin poder encontrar una razón.
De pronto, oyó la voz de una señorita anunciando la llegada de su amor, aquel chico que había conquistado, aún no sabía cómo, porque el día que lo conoció lo creyó inalcanzable para una chica sencilla, que no destacaba en nada, o al menos eso era lo que ella pensaba.

No tardó más de cinco minutos en llegar aquella máquina, mientras su corazón palpitaba estrepitosamente, sin importarle nada más que el momento en el que se encontraría con él.
Una marabunta de gente se agolpó en las cercanías de aquel artefacto que, tras detenerse totalmente, comenzó a vomitar gente cargada de bolsos y equipaje y caras cansadas, aunque sonrientes.

Su mirada, encharcada en lágrimas, buscó incansable y anhelante aquellos ojos del color del mar y aquella sonrisa durante una decena de minutos sin encontrar nada; pero no perdía la ilusión por vivir el momento del ansiado encuentro.

Llegó un momento en que dejó de ver personas para ver sólo bultos que se interponían en su afanosa búsqueda y que, de pronto, le mostraron sus rostros grises y desdibujados que le hicieron volver a sentir aquella sensación de vivir rodeada de sombras que le impedían ver la luz.

En ese instante, comenzó a encontrar la razón de aquellas lágrimas al recordar aquellos rostros que le resultaban conocidos, eran: su padre, su madre y sus hermanos ya fallecidos… Entendió, también, la razón por la que los lugares, paisajes y habitáculos que aparecían en su mente le resultaban familiares: eran aquéllos donde había vivido cuando era una niña, hacía ya más de ochenta años.

Un destello de luz, todavía, quiso hacerla emerger de aquel universo de sombras, cuando vio los ojos de aquel muchacho, pero aquéllas consiguieron adueñarse, también, de sus ojos color de mar y su sonrisa, y recordó por unos instantes la dolorosa muerte de aquél cuando ambos contaban sólo con diecisiete años.

La estación de trenes, uno de sus lugares favoritos a lo largo de toda su vida y, en la última década, el único que la había hecho recordar, fue literalmente absorbida por el agujero negro de la desmemoria.
Su mirada, entonces, se tornó fría y opaca y volvió a perderse en las paredes impecablemente blancas  de aquel triste hospital para personas sin historia, sin vida, a pesar de los latidos de su corazón, sin recuerdos, a la espera de que el insistente olvido le trajese, por fin, la eterna memoria.



Givés

sábado, 11 de junio de 2011

CON LOS SIETE SENTIDOS





Miré al sol con tanta intensidad,

que mis ojos quedaron calcinados.



Sentí tanta vida en mis entrañas,

que di a luz un mar dorado.



Imaginé tantas veces mi jardín,

que no hizo falta sembrarlo.



Tu olor impregnó tanto tiempo mi piel,

que vuelvo a ser yo al recordarlo.



Saboreé tantas veces tu dulce aliento,

que deseé mil veces haberte despertado.



Acaricié tan vehemente tu recuerdo,

que mi memoria el resto ha olvidado.



Creí oir tantas veces tu voz,

que olvidé que ya no estabas a mi lado.

 
 
Givés

domingo, 22 de mayo de 2011

¡INDIGNAOS!


JOSÉ SARAMAGO










"¡INDIGNAOS!"

José Luis Sampedro escribe el prólogo de “¡Indignaos!” de Stéphane Hessel

Yo también nací en 1917. Yo también estoy indignado. También viví una guerra. También soporté una dictadura. Al igual que a Stéphane Hessel, me escandaliza e indigna la situación de Palestina y la bárbara invasión de Irak. Podría aportar más detalles, pero la edad y la época bastan para mostrar que nuestras vivencias han sucedido en el mismo mundo. Hablamos en la misma onda. Comparto sus ideas y me hace feliz poder presentar en España el llamamiento de este brillante héroe de la Resistencia francesa, posteriormente diplomático en activo en muchas misiones de interés, siempre a favor de la paz y la justicia.


¡INDIGNAOS! Un grito, un toque de clarín que interrumpe el tráfico callejero y obliga a levantar la vista a los reunidos en la plaza. Como la sirena que anunciaba la cercanía de aquellos bombarderos: una alerta para no bajar la guardia.

Al principio sorprende. ¿Qué pasa? ¿De qué nos alertan? El mundo gira como cada día. Vivimos en democracia, en el estado de bienestar de nuestra maravillosa civilización occidental. Aquí no hay guerra, no hay ocupación. Esto es Europa, cuna de culturas. Sí, ése es el escenario y su decorado. Pero ¿de verdad estamos en una democracia? ¿De verdad bajo ese nombre gobiernan los pueblos de muchos países? ¿O hace tiempo que se ha evolucionado de otro modo?

Actualmente en Europa y fuera de ella, los financieros, culpables indiscutibles de la crisis, han salvado ya el bache y prosiguen su vida como siempre sin grandes pérdidas. En cambio, sus víctimas no han recuperado el trabajo ni su nivel de ingresos. El autor de este libro recuerda cómo los primeros programas económicos de Francia después de la segunda guerra mundial incluían la nacionalización de la banca, aunque después, en épocas de bonanza, se fue rectificando. En cambio ahora, la culpabilidad del sector financiero en esta gran crisis no sólo no ha conducido a ello; ni siquiera se ha planteado la supresión de mecanismos y operaciones de alto riesgo. No se eliminan los paraísos fiscales ni se acometen reformas importantes del sistema. Los financieros apenas han soportado las consecuencias de sus desafueros. Es decir, el dinero y sus dueños tienen más poder que los gobiernos. Como dice Hessel, “el poder del dinero nunca había sido tan grande, insolente, egoísta con todos, desde sus propios siervos hasta las más altas esferas del Estado. Los bancos, privatizados, se preocupan en primer lugar de sus dividendos, y de los altísimos sueldos de sus dirigentes, pero no del interés general”.

¡INDIGNAOS!, les dice Hessel a los jóvenes, porque de la indignación nace la voluntad de compromiso con la historia. De la indignación nació la Resistencia contra el nazismo y de la indignación tiene que salir hoy la resistencia contra la dictadura de los mercados. Debemos resistirnos a que la carrera por el dinero domine nuestras vidas. Hessel reconoce que para un joven de su época indignarse y resistirse fue más claro, aunque no más fácil, porque la invasión del país por tropas fascistas es más evidente que la dictadura del entramado financiero internacional. El nazismo fue vencido por la indignación de muchos, pero el peligro totalitario en sus múltiples variantes no ha desaparecido. Ni en aspectos tan burdos como los campos de concentración (Guantánamo, Abu Gharaib), muros, vallas, ataques preventivos y “lucha contra el terrorismo” en lugares geoestratégicos, ni en otros mucho más sofisticados y tecnificados como la mal llamada globalización financiera.

¡INDIGNAOS!, repite Hessel a los jóvenes. Les recuerda los logros de la segunda mitad del siglo XX en el terreno de los derechos humanos, la implantación de la Seguridad Social, los avances del estado de bienestar, al tiempo que les señala los actuales retrocesos. Los brutales atentados del 11-S en Nueva York y las desastrosas acciones emprendidas por Estados Unidos como respuesta a los mismos, están marcando el camino inverso. Un camino que en la primera década de este siglo XXI se está recorriendo a una velocidad alarmante. De ahí la alerta de Hessel a los jóvenes. Con su grito les está diciendo: “Chicos, cuidado, hemos luchado por conseguir lo que tenéis, ahora os toca a vosotros defenderlo, mantenerlo y mejorarlo; no permitáis que os lo arrebaten”.

¡INDIGNAOS! Luchad, para salvar los logros democráticos basados en valores éticos, de justicia y libertad prometidos tras la dolorosa lección de la segunda guerra mundial. Para distinguir entre opinión pública y opinión mediática, para no sucumbir al engaño propagandístico. “Los medios de comunicación están en manos de la gente pudiente”, señala Hessel. Y yo añado: ¿quién es la gente pudiente? Los que se han apoderado de lo que es de todos. Y como es de todos, es nuestro derecho y nuestro deber recuperarlo al servicio de nuestra libertad.
No siempre es fácil saber quién manda en realidad, ni cómo defendernos del atropello. Ahora no se trata de empuñar las armas contra el invasor ni de hacer descarrilar un tren. El terrorismo no es la vía adecuada contra el totalitarismo actual, más sofisticado que el de los bombarderos nazis. Hoy se trata de no sucumbir bajo el huracán destructor del “siempre más”, del consumismo voraz y de la distracción mediática mientras nos aplican los recortes.

¡INDIGNAOS!, sin violencia. Hessel nos incita a la insurrección pacífica evocando figuras como Mandela o Martin Luther Kingo. Yo añadiría el ejemplo de Gandhi, asesinado precisamente en 1948, año de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de cuya redacción fue partícipe el propio Hessel. Como cantara Raimon contra la dictadura: Digamos NO. Negaos. Actuad. Para empezar, ¡INDIGNAOS!

Stéphane Hessel

Información relacionada:

•¡Indígnese usted! 11.01.2011 por Federico Mayor Zaragoza

Si hay una persona con autoridad moral para hacer estas reflexiones y ser escuchado es Stéphane Hessel, liberado de los campos de concentración de Duchenwal y único co-redactor
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que vive, lúcido, que nos llama, por el apremio de los años y las circunstancias actuales, a la “insurrección pacífica”. “La indiferencia, advierte, es la peor de las actitudes”. Debemos reaccionar.

•¡Indignaos! por Ignacio Ramonet


…un breve panfleto político de 30 páginas, devenido -en la Francia popular sublevada contra la regresión social-, un excepcional éxito editorial y un fenómeno social. Gracias al boca a boca y, sobre todo, a las nuevas redes sociales, el texto, ninguneado al principio por los medios de información dominantes, ha conseguido franquear las censuras y llenar de esperanza miles de corazones (…) Su título: una consigna, ¡Indignaos!.




lunes, 16 de mayo de 2011

LA ESTELA DE TU EXISTENCIA





He decidido vaciar
la mochila de los recuerdos,
para poder guardar los sueños.

He decidido hacer
con cada lágrima
 una pócima mágica,
capaz de transformar
en realidad mis deseos.

He decidido pintar
las paredes de mis noches
de suave color melocotón.

He decidido decidir
no seguir la, ya débil,
y en otro tiempo insistente,
estela de tu existencia.




Givés
Imagen: Google

sábado, 14 de mayo de 2011

Granada, capital mundial de la poesía




Premios Nobel de literatura, como Derek Walcott y Wole Soyinka, además de importantes nombres de la cultura, han mandado un manifiesto a la Unesco solicitando que Granada sea nombrada Capital Mundial de la Poesía. Entre los firmantes se encuentran también Ernesto Cardenal, Juan Gelman, José Manuel Caballero Bonald, Tomás Segovia, Luis García Montero, Suzanne Vega, Francisco Brines, Claribel Alegría, José Emilio Pacheco, Waldo Leyva, Gonzalo Rojas, Piedad Bonnett, Ida Vitale, Juan Manuel Roca, Rafael Cadenas, Nuno Júdice y Jorge Boccanera, entre otros.
Todos asumen el manifiesto, leído ayer en un acto del Festival Internacional de Poesía ciudad de Granada (FIP) en el que se dice: "La ciudad de Granada lleva pegada a su nombre la poesía escrita con mayúsculas, y si son muchos los títulos que la adornan, el de ciudad poética, el de capital mundial de la poesía, es sin duda uno de los que nadie le niega al oír esas su nombre en cualquier lugar del mundo. Asociados a la ciudad resuenan sin duda dos nombres que de inmediato acuden a la imaginación de quienes oyen pronunciar el nombre de Granada: la Alhambra y Federico García Lorca. Entre los muros de la primera son muchos los ejemplos de versos creados por los poetas de la Corte. Además, el monumento es en sí mismo un libro inabarcable, un poema tan eterno como extenso.
Federico García Lorca, nacido en 1898, supo destilar en su obra toda la herencia granadina: del esplendor musulmán al Sacromonte, de la Vega de sus veranos en la Huerta de San Vicente a sus conversaciones con Manuel de Falla, del cante a los paseos por la Alhambra. También en Granada encontró la muerte de la que tal vez presintió sentirse a salvo en su ciudad.
Pero Granada no se ha conformado con estas rentas literarias y a lo largo del tiempo han surgido importantes autores que siguen construyendo una ciudad eminentemente poética, un ideal que tal vez sólo se encuentre en los versos, pero la literatura es también un lugar en el que vivir. Cada mes de mayo Granada respira poesía de una forma más grande si cabe con la entrega del Premio Federico García Lorca, así como con el Festival Internacional de Poesía, que en sus ediciones ha contado con los más sobresaliente autores del panorama internacional y se ha convertido en uno de los eventos literarios más importantes del mundo.

Por Granada han pasado los más importantes poetas de todo el mundo, le han dedicado poemas y se han maravillado con ella. Sin duda alguna la ciudad forma parte del imaginario colectivo cuando se piensa en la belleza.
Por todo esto, pedimos a la Unesco que otorgue a Granada el título de Capital de la Poesía", concluye el escrito.



http://http//www.elpais.com/articulo/cultura/Campana/Granada/sea/capital/mundial/poesia/elpepucul/20110513elpepucul_4/Tes
 
 
 
www.elpais.com

jueves, 21 de abril de 2011

CEMENTERIO DE RECUERDOS






Finos dedos de cristal

lloran su cautiverio,

se deshacen hasta desaparecer

formando flores de sal

que adornan cementerios

de vivos recuerdos al amanecer.



 
Givés

Imagen: Google



martes, 12 de abril de 2011

LA BRÚJULA DE LA VIDA




Cuando percibas
que con cada desprecio de la vida
se van desprendiendo
pequeños trocitos de ti.

Cuando notes
que con cada vacío de tu existencia
se abre una grieta en tu alma.

Cuando creas
que cualquier esperanza
ha perdido su color,
y sólo existe el gris.

Cuando intentes no pensar,
pero cada rincón de tu mente
albergue pedacitos
de pensamientos que hieren.

Cuando la pena sea tan grande
que te engulla,
sin dejar rastro alguno.

Cuando explote
la delicada burbuja de tus sueños,
dentro de la cual descubriste
un atisbo de felicidad.

Recuerda que un día
 aprendiste que puedes salir
del valle de la oscuridad
para reencontrarte contigo misma;
que, si abres bien los ojos del alma,
encontrarás el faro que te mostró
el norte en la brújula de la vida,
y podrás recordar los pequeños detalles
que dibujaron los fugaces,
pero inolvidables
destellos de luz y color
que atravesaron las rendijas
de aquellos días en los que descubriste
que la fuerza está dentro de ti.




Givés

Imagen: Google
 
 

(Este pensamiento en voz alta nació como respuesta a una petición de una gran amiga que quería ofrecerlo como presente a un puñado de mujeres valientes, con una fuerza arrolladora, compañeras en el viaje de la vida.
 
Hoy, de nuevo, lo pienso en voz alta, pero esta vez lo hago como ungüento sanador a aplicar a mi propia herida.)

Givés

Federico García Lorca

Federico García Lorca
Comprendía y defendía a los más débiles y marginados... ¿Fue ésa la razón que encontraron sus asesinos para llevar a cabo su absurda muerte? ¿O quizá la causa fue la envidia que despertaba la fama mundial que estaba adquiriendo a través de su obra que criticaba las injusticias, así como la rancia sociedad que imperaba (e impera) en España? ¿O, tal vez la causa pudo ser su inclinación sexual la que, entonces como ahora, molesta tanto a algunos? Quizá nunca lo sabremos con total certeza, pero que no intenten confundirnos, porque el mundo siempre los señalará con la punta de su dedo por haber arrancado de las entrañas de la cultura a uno de sus más excepcionales representantes. Federico García Lorca es, junto a Miguel de Cervantes, el autor español sobre el que más estudios, tratados y biobrafías se han escrito. Su muerte bien pudo haber sido una de sus obras en las que solían aparecer: la injusticia, la tragedia, la muerte, la sangre, la sinrazón de la sociedad española a través de metáforas y símbolos como: la luna, la sangre, el metal, las hierbas... Murió en su Granada natal.

SONETOS DEL AMOR OSCURO

Vicente Alexander dijo sobre estos sonetos, por desgracia inacabados, de Federico García Lorca: "... Recordaré siempre la lectura que me hizo, tiempo antes de partir para Granada, de su última obra lírica, que no habíamos de ver terminada. Me leía sus Sonetos de amor oscuro, prodigio de pasión, de entusiasmo, de felicidad, de tormento; puro y ardiente monumento al amor, en que la primera materia es ya la carne, el corazón, el alma del poeta en trance de destrucción. Sorprendido yo mismo, no pude menos que quedarme mirándole y exclamar: '(...) ¡qué corazón! ¡Cuánto ha tenido que amar, cuánto que sufrir!' Me miró y me sonrió como un niño. Al hablar así no era yo probablemente el que hablaba. Si esa obra no se ha perdido; si, para el honor de la poesía española y deleite de las generaciones hasta la consumación de la lengua, se conservan en alguna parte los originales, cuántos habrá que sepan, que aprendan y conozcan la capacidad extraordinaria, la hondura y la capacidad sin par del corazón de su poeta."






EL AMOR DUERME EN EL PECHO DEL POETA

Tú nunca entenderás lo que te quiero
porque duermes en mí y estás dormido.
Yo te oculto llorando, perseguido
por una voz de penetrante acero.

Norma que agita igual carne y lucero
traspasa ya mi pecho dolorido
y las turbias palabras han mordido
las alas de tu espíritu severo.

Grupo de gente salta en los jardines
esperando tu cuerpo y mi agonía
en caballos de luz y verdes crines.

Pero sigue durmiendo, vida mía.
Oye mi sangre rota en los violines.
¡Mira que nos acechan todavía!


Federico García Lorca

La Generación del 27 contra la injusticia imperante en pleno siglo XXI

La Generación del 27 contra la injusticia imperante en pleno siglo XXI
"...el silencio nos convierte en cómplices..."